Davi es un mexicano alto, con barba y cabello castaño que va a la playa todas las semanas. A primera vista, parece un surfista típico. Lo que pasa es que no se mete al mar en una tabla de surf, sino en la cola de una sirena azul.
Cuando se sumerge, la gente en la playa se queda confundida. Algunos piensan que es una película, mientras que otros piensan que es una broma. Pero la rutina semanal de este joven de 22 años es solo un ejemplo de la ola de “sirenas” que se está extendiendo por todo el mundo. “Es una forma de vida, una expresión de mi amor y respeto por el mar, un encuentro de dos mundos. “Cuando entró en el agua, me siento otra persona”, explica Davy Moreira a la AFP, tumbado en las rocas con una coleta de licra y un torso brillante. Muchas niñas han soñado alguna vez con convertirse en sirena.
Davi también lo soñó. Criado entre las olas por su padre pescador, este carioca ha perdido la cuenta de las veces que ha visto La Sirenita (1989). La admira desde niño por su libertad, intensidad y belleza hipnotizante. Ariel fue la inspiración de su pasión y cada rincón de su habitación es prueba de ello. Davy duerme con una manta encima con la estrella de Disney, bebe en vasos de La Sirenita, lleva camisetas con su cara, hace dibujos de ella, tiene todas sus muñecas y la colección completa en VHS de sus películas y series de televisión. “Me he sentido como un tritón durante mucho tiempo”. “Hace mucho tiempo”, dice Davy, que tiene una sirena tatuada en el antebrazo e incluso protagonizó un remake gay de La Sirenita.