Todo comenzó el 2 de julio de 1955, cuando los 57 pasajeros que viajaban a Florida se preparaban para abordar el vuelo 914 de Pan American Airlines.
Todos estaban felices y con ganas de pasar unos días en las playas de Florida, aunque algunos viajaban para visitar a familiares o incluso para trabajar. Faltaban tres horas para el aterrizaje.
Pero el tiempo pasaba y no se veía el aeropuerto por ninguna parte. Miami era un lugar de creciente ansiedad para la tripulación y las familias de los viajeros. La torre de control del aeropuerto no había recibido noticias del 914.
Los controladores aéreos decidieron contactar con la torre de Nueva York debido al retraso.
Pero no pudieron comunicarse con ellos.
A medida que pasaban los días sin noticias, la posibilidad de un accidente se hacía cada vez más probable.
Han pasado 37 años. Como de costumbre, Juan, el controlador aéreo de turno, comenzó su día tomando café. Era 1992, una mañana típica en el Aeropuerto Simón Bolívar de Caracas, Venezuela.
Todo era previsible, pero de repente Juan dejó de tomar café. Una señal desconocida apareció en el radar.
Momentos después, tuvieron información sobre la señal.
Era un avión de pasajeros, pero tenía características extrañas. La hélice era vieja; era la primera vez que veían una en un vuelo comercial en años.
Todos guardaron silencio. “¿Dónde estamos?”, preguntó alguien.