El Dr. Edwards, el veterinario que había llegado al zoológico tras la llamada de un cuidador preocupado, se quedó mirando la pantalla, atónito. Gritó: “¡Esto es imposible!” y exigió que vaciaran el recinto de Lola.
Zac miró del veterinario al televisor y luego a Lola, sin saber qué hacer.
Zac se quedó quieto mientras los veterinarios se acercaban a Lola, sin saber qué hacer.
Lola parecía asustada.
Se acercó a ellos con cuidado e intentó calmarla.
Al no obtener respuesta a sus súplicas, Zac se dio cuenta de que necesitaba una nueva estrategia. “¿Cómo entro?”.
Justo cuando Zac estaba a punto de perderse, vio un conducto de ventilación abierto por una rama que se había caído. Apartó la rama y miró dentro. Parecía lo suficientemente grande como para que pudiera pasar, siempre que tuviera cuidado. Sin más opciones, decidió intentarlo. Al acercarse, la puerta se abrió de repente y allí estaba el Dr. Edwards. El Dr. Edwards dio un salto y gritó: “¡Zac! ¿Cómo entraste aquí?”. Zac se encogió de hombros, respirando con dificultad. Necesitaba ayuda. ¿Está bien Lola? El doctor miró alrededor de la habitación, preocupado pero feliz de que Zac estuviera allí. “Sí, pero estamos desbordados”.
Al principio, los músculos de Lola se tensaron, como si reaccionaran a una solución oculta. Pero después de un rato, empezó a relajarse y Zac empezó a respirar con más calma.
Lola parecía mucho más tranquila mientras los veterinarios la atendían. Zac estaba nervioso y no dejaba de revisar la ecografía. Al mirar la pantalla, notó algo inusual.
La ecografía reveló algo que sorprendió a todos.
Todos estaban muy emocionados y colaboraron para ayudar a Lola. Zac estaba a su lado, manteniéndola tranquila mientras los veterinarios la masajeaban con cuidado.
Todos estaban nerviosos hasta que ocurrió algo sorprendente. “Esto no puede ser verdad”, dijo alguien que ya había estado allí. Parecía sorprendido y no podía creerlo. De repente, todos se quedaron sin aliento cuando la ecografía reveló una fantástica sorpresa. “¡Son gemelos!”, gritó otro veterano con la voz llena de alegría. El vientre de Lola mostraba no uno, sino dos bebés en movimiento, dejando a todos asombrados.
Lola Empujaron con valentía y todos esperaban con entusiasmo.
El zoológico estaba lleno de emoción, inspirado por la hermosa historia del nacimiento de Lola.
Cuando la emoción se calmó, el equipo asintió, feliz con su trabajo. “Lo logramos”, dijo el veterinario jefe, y todos se sintieron mucho mejor. Lola descansaba plácidamente en su recinto, como una mamá orgullosa. El equipo se veía feliz y orgulloso, consciente de que habían hecho un gran trabajo. Fue un día de éxito y nuevos comienzos, ya que Lola y sus bebés se convirtieron en la esperanza para el futuro del zoológico.