Cuando el amor es más fuerte que el tiempo y la ternura es más importante que las palabras…
Contra las paredes grises del Wigan Royal Infirmary, se desarrolló una escena conmovedora que podría derretir hasta los corazones más fríos. Sheila Marsh, de 77 años y madre de cuatro hijos, lucha contra un cáncer terminal, pero aún lucha por el bien. Lleva más de un cuarto de siglo con su amado caballo Bronwen y ahora se ha despedido de quien tanto amaba.
¡Sheila era una verdadera amante de los animales! Como empleada del maravilloso hipódromo de Haydock Park, tuvo la increíble fortuna de rodearse de seis caballos, tres perros, gatos y un inmenso amor por todos los seres vivos. Sin embargo, fue Bronwen quien se convirtió en su espejo espiritual. Desde el nacimiento del potro, se forjó un vínculo increíble entre ellos. Cuando la salud de Sheila empeoró, la familia hizo una petición extraordinaria y conmovedora al hospital: permitir que la yegua se despidiera de su dueña. El personal del hospital no solo escuchó su deseo, sino que lo cumplió con un cuidado excepcional. Sheila fue llevada en silla de ruedas al patio, donde Bronwen esperaba con impaciencia su llegada.
Una fotografía de su último encuentro se compartió en redes sociales, ¡y fue simplemente conmovedora! Se puede ver a la yegua tocando suavemente la mejilla de su dueña con el hocico, mientras ella le susurra palabras de amor. Fue un momento emotivo para todos los involucrados, con familiares y médicos conmovidos hasta las lágrimas. Pocas horas después del encuentro, la maravillosa Sheila falleció en paz, con el corazón en paz.
“Este fue su último deseo y se cumplió. Estamos muy agradecidos a todos los que lo hicieron posible”, dijo su hija Tina.
Esta historia es un conmovedor recordatorio del profundo impacto de la humanidad, la atención y la bondad, especialmente cuando la vida y la muerte están en juego. Un enfoque personalizado de la atención basado en la compasión no es solo una práctica médica, ¡sino un acto de amor!
En un mundo donde el tiempo apremia y todos corremos como gallinas decapitadas, a veces las personas más cercanas son a quienes más descuidamos. Pero la historia de Sheila y Bronwen es un rayo de esperanza, mostrándonos que una verdadera despedida es posible. ¡Y puede ser hermosa!