Dale Jefferson tenía cuarenta y cuatro años cuando se le presentó la oportunidad de su vida.
Dale era un romántico empedernido y nunca había encontrado a la mujer que buscaba. Solo tenía una opción si quería tener un hijo: la adopción.
Dale recibió una llamada de la agencia. Le dijeron que tenían una niña de seis años que necesitaba un hogar. Le preguntaron si estaría interesado en adoptarla.
Dale no quería perderse esta oportunidad, así que aceptó de inmediato.
Había un problema con Lise. Cada vez que un hogar la acogía, la devolvían.
Pero Dale y Lise se llevaron bien desde el principio.
Con el tiempo, Dale se dio cuenta de que era difícil construir una relación cercana con Lise.
Ella era mayormente reservada y no tenía amigos, lo cual era inusual para una adolescente. Al principio, Dale pensó que preferiría estar sola.
Lise era una adolescente, pero todo parecía igual que antes. Entonces, de repente, llegó el momento de que Dale se fuera a la universidad.
Dale pensó que Lise se esforzaría más por estar cerca de él ahora que estarían tan lejos. Pero se llevó una sorpresa.
Dale hizo todo lo posible por mantenerse en contacto con Lise durante las primeras semanas. Sin embargo, le costaba hablar porque estaban tan lejos.
Dale estaba triste por lo que ella había hecho. Lise vivía muy lejos ahora, y él extrañaba a su hija, pero no podía mantener la relación que una vez tuvieron. Fue entonces cuando Dale decidió tomar medidas drásticas.
Decidió visitarla, pero cuando llegó, no la encontró por ningún lado. La universidad le dijo que había abandonado los estudios después del primer trimestre.
Dale estaba triste porque ella no se lo había contado. Pero estaba demasiado preocupado por su seguridad como para pensar en sus secretos.
Dale la llamó enseguida, pero no hubo respuesta, así que le envió varios mensajes de texto. Su preocupación fue en aumento. Pero entonces tuvo una idea.
Dale se sentía un fracaso. Había pasado años intentando ser un buen padre, pero ahora que su hija no quería hablar con él, se preguntaba si no era tan buen padre como creía. Quería recuperar a su hija, pero sabía que no podía obligarla a estar con él si ella no quería. Le envió un mensaje para preguntarle si estaba bien. Su respuesta lo dejó con más preguntas que respuestas.