Hace cinco años, mi vida dio un vuelco: descubrí que mi hermana salía con mi marido. Fue una traición que me dolió profundamente. Me fui, decidida a empezar de nuevo.
Ese día, como de costumbre, estaba tomando mi café de la mañana y revisando mi correo. De repente, sonó el teléfono y el nombre de mi hermana apareció en la pantalla. Se me encogió el corazón: no habíamos hablado en todo este tiempo.
A Jenna le temblaba la voz; estaba preocupada.
“Necesito tu ayuda”, dijo. “Es por mi hija”.
Resultó que tenía una hija pequeña, pero debido a las circunstancias, ya no podía cuidarla. Las lágrimas y las palabras apresuradas me impidieron comprenderlo todo por completo, pero al final, quedamos en vernos al día siguiente en un pequeño café al que solíamos ir a menudo.