Una mujer hereda el viejo granero de su padre y descubre una nota que le dice que abra la puerta del sótano

Después del funeral, cuando los últimos invitados ya se habían marchado, solo quedaban familiares en la casa.

El testamento del padre no dejaba lugar a disputas: el hijo mayor, Sam, se quedaba con la casa y el jeep; el mediano, Brian, con el barco y una buena parte de los ahorros. Y Claire, con el viejo granero.

Antaño era la “niña de papá”, la favorita de la familia. Pero durante los últimos catorce meses, su vida se redujo a cuidar de su padre enfermo: elegir los medicamentos, levantarse por la noche, ayudar cuando la confundía con su madre. Sus hermanos rara vez venían, y ahora bromeaban sobre su “herencia”.

—Bueno, el granero también es algo —dijo Brian con una sonrisa—. Polvo, nidos de ratones y todo lo que alguna vez escondió allí.