Elena Reyes es una bióloga marina de 50 años. Ha dedicado su vida al estudio y la protección de las ballenas. Ha pasado los últimos treinta años estudiando y protegiendo a las ballenas cerca de la frontera entre Maine y Canadá.
Pero una vez, ocurrió algo que la hizo pensar de manera muy diferente. Elena estaba nadando a lo largo de la costa de Ratonga con sus colegas y un barco de apoyo. Al mismo tiempo, un dron la observaba desde arriba. Estaba nadando junto a un pequeño grupo de ballenas jorobadas.
Pero algo inesperado estaba a punto de suceder.
Llevaba una cámara resistente al agua y estaba tomando fotografías de las ballenas jorobadas.
De repente, una enorme ballena macho, que pesaba más de 23 toneladas y se extendía al menos 50 pies de largo, comenzó a nadar hacia ella.
En ese momento, Elena se dio cuenta de que su comportamiento era todo menos normal.
Por lo general, cuando tomaba fotografías de ballenas, se dirigía hacia ellas, pero esta vez fue diferente. Por lo general, las ballenas se quedaban tranquilas, pero esta vez estaban muy emocionadas y se acercaron a ella rápidamente. Pero Elena no estaba preocupada.
A medida que la ballena se acercaba, Elena empezó a preocuparse cada vez más porque sabía lo grave que era la situación.
De repente y de forma preocupante, la ballena golpeó a Elena, empujándola con fuerza contra el agua.
Ella trató de escapar, pero no pudo.
Estaba confundida sobre por qué la ballena actuaba de manera tan extraña en el caos.
Sabía que era seguro permanecer cerca de la cabeza de la ballena, así que fue allí. Sabía que las ballenas jorobadas no tienen dientes; en cambio, tienen placas blandas en la boca.
Confiaba en su conocimiento de estos gentiles gigantes y esperaba que su decisión le diera la mejor oportunidad de sobrevivir a esta experiencia aterradora.
Aunque normalmente es más seguro bucear con un compañero, Elena no está sola en el agua. Su compañero de buceo tenía menos experiencia que Elena, pero él estaba allí.
Pero ninguno de los dos comprendía lo grave que era la situación.
Elena miró atentamente el vasto océano. Vio otra sombra en movimiento a lo lejos: una segunda ballena jorobada. Elena observó el extraño comportamiento de las ballenas y se dio cuenta de que la segunda ballena también actuaba de manera extraña.
Con una ballena empujándola constantemente y la otra golpeando la superficie del agua, la situación se volvió cada vez más misteriosa.
Elena tenía moretones por haber sido empujada y arrastrada, pero no sabía si las ballenas querían lastimarla. Pero tuvo un momento de comprensión cuando vio que las ballenas actuaban un poco diferente.
De repente entendió lo que estaba sucediendo. A pesar de que estaba en una situación difícil, comprendió que el verdadero peligro estaba en otra parte, no con las ballenas jorobadas.
Esto la hizo sentir muy asustada.
Quería escapar del peligro, así que trató de liberarse de la ballena y ponerse a salvo.
Miró hacia la segunda ballena, chapoteando en la superficie. Pero vio una amenaza más significativa en la distancia: un tiburón tigre gigante.
A medida que el tiburón tigre crecía, Elena se sintió aún más asustada y desesperada.
A medida que el tiburón tigre se acercaba, supo que tenía que actuar rápidamente si quería sobrevivir. Mientras Elena se preparaba para nadar lejos, la ballena de repente actuó de manera extraña.
La ballena hizo un gran chapoteo con su cola, enviando una ola hacia el tiburón para detener el ataque.
Elena se sorprendió cuando la ballena jorobada hizo guardia, su enorme cuerpo protegiéndola a ella y a la peligrosa amenaza que se encontraba debajo.
Esto hizo que Elena sintiera una fuerte conexión con la ballena.
Con la ballena protegiéndola, Elena decidió intentar escapar.
Se liberó del agarre de la ballena y su cuerpo se elevó hacia la superficie del agua.
A medida que se acercaba al bote, sintió alivio y triunfo.
Pero luego vio que el tiburón tigre había atravesado las defensas de la ballena y se acercaba a ella rápidamente.
Con un último estallido de energía, Elena se apartó de las mandíbulas del tiburón. Su corazón latía muy rápido mientras se giraba para enfrentar a la persona que la iba a salvar.
La ballena golpeó al tiburón, que lo envió hacia atrás en el aire, creando muchas burbujas y sangre.
Cuando el océano se calmó nuevamente y la emoción se calmó, Elena se sintió agradecida con la ballena jorobada que la había salvado.