Cuando el pastor alemán Rex se negó a levantarse de la cama durante varios días, Mark y Lisa inicialmente asumieron que era una condición temporal. Pero al ver que nada cambiaba, llevaron a su mascota al veterinario.
En cuanto la veterinaria comenzó su examen, su rostro se ensombreció de preocupación. Con voz mesurada y seria, preguntó:
—¿Cómo pudo pasar esto?
La Dra. Andrews entró con seguridad en la sala de espera, sosteniendo una carpeta con notas. Su tono era tranquilo pero autoritario; sabía cómo imponer respeto sin ser dura. Asintió con la cabeza a Mark y Lisa, y se sentaron. No era una conversación fácil, pero era necesario saber la verdad.
Se quedó pensativa por unos segundos y luego dijo:
—Necesito mostrarte algo. Vamos.
Sus pasos resonaron suavemente por el pasillo mientras se acercaban a Rex. Él yacía inmóvil, gimiendo suavemente.
La Dra. Andrews retiró la manta con cuidado. Bajo el espeso pelaje, se veían pelos enmarañados y una leve irritación en la piel; claros indicios de malestar que los dueños habían pasado por alto. Rex sufría más de lo que creían.
Mark y Lisa no podían creer lo que veían; nunca habían visto algo así.
“Tenemos que averiguar qué está pasando”, dijo Andrews con tono serio.
Detalló el examen que habían ordenado, explicando el propósito de cada prueba.
Luego, con una leve sonrisa tranquilizadora, añadió:
“No se preocupen, Rex está en buenas manos”.
La Dra. Andrews inició un examen sistemático, realizando pruebas y evaluaciones con un solo objetivo: restaurar la salud de la mascota.
Mark y Lisa comenzaron a analizar la vida diaria de Rex, buscando los más mínimos cambios que pudieran explicar su comportamiento.
“¡Su pelota…”, exclamó Lisa de repente. No ha jugado con él en varios días.
Al notar este detalle, Mark pensó: «Sí, no había ninguna gracia con su juguete favorito».
—Se esconde cuando el Sr. Johnson llama a la puerta —recordó Lisa—. A Mark le quedó claro que Rex estaba sufriendo estrés a causa de este vecino.
Inmediatamente volvieron a ver al Dr. Andrews para informarle de los hallazgos.
El doctor escuchó atentamente y tomó notas. Juntos, decidieron actuar de forma coordinada y eficaz.
Mark investigó antiguos registros de adopción y encontró un foro vecinal donde se hablaba de fenómenos extraños relacionados con las mascotas.
La reunión de residentes se desarrolló en un ambiente tenso pero decidido. Los dueños compartieron historias alarmantes, tras lo cual todos llegaron a un acuerdo tácito: denunciar cualquier sospecha a las autoridades competentes.
—Debemos proteger a nuestras mascotas —dijo Mark con firmeza, mirando a todos los presentes—. Y empezaron a trabajar juntos para afrontar una amenaza que llevaba mucho tiempo sin detectar.