Un videobloguero ha anunciado una de sus aventuras más atrevidas hasta la fecha: entrar en la antigua fábrica Bavaria

El usuario de YouTube José Ramírez sigue asombrando a sus seguidores con atrevidas incursiones. En esta ocasión, ha anunciado el que quizás sea su reto más arriesgado hasta la fecha: entrar en la abandonada fábrica Bavaria de Bogotá.

Esta enorme estructura industrial ha formado parte de la historia del barrio Kennedy durante muchos años. La fábrica funcionó durante más de cuatro décadas hasta que cerró en 2010 y se trasladó a Tocancipá debido a las constantes quejas de los vecinos por el ruido y los malos olores. Desde entonces, el lugar ha caído en el desuso, plagado de secretos y leyendas.

Con el tiempo, la antigua fábrica se ha convertido no solo en un símbolo del pasado industrial, sino también en una fuente de oscuros rumores. Los residentes hablan de extraños rituales, negocios ilegales y misteriosos pasadizos subterráneos construidos para protegerse de los robos. En su video, Ramírez mostró cómo él y su equipo encontraron un agujero en la cerca, por el que lograron entrar, a pesar del alambre de púas y las puertas tapiadas. Desde el primer momento, los investigadores tuvieron que estar en guardia: hay guardias y perros de guardia en el territorio.

La situación en el interior resultó ser alarmante y misteriosa. Ya se habían encontrado cosas extrañas: en 2018, la policía encontró un coche viejo en uno de los almacenes, cubierto por una gruesa capa de polvo, cuyo origen seguía sin esclarecerse. En 2021, abrieron una habitación tapiada con ladrillos, donde había colchones, velas y botellas artesanales, lo que indicaba la presencia reciente de personas.

Durante la investigación, el grupo se topó con fenómenos inquietantes. Se oían voces apagadas y ruidos extraños en los talleres vacíos. En algunos lugares, los chicos notaron sombras parpadeando en las ventanas rotas, y en los días de lluvia, supuestamente olían a cerveza, como si la planta siguiera funcionando. Una habitación con filas de cascos amarillos perfectamente ordenados causó una impresión especial: estaban impecables y parecía que su posición cambiaba sola cada vez. En una de las oficinas había un teléfono viejo que sonó varias veces sin respuesta. En el ala más alejada de la fábrica, el equipo se topó con una puerta que se abría y cerraba sola, y una figura sombría que parecía dos personas. Tras tres horas de intensa búsqueda, los investigadores decidieron recuperar el aliento en la azotea del edificio. Pero en ese momento, notaron que se acercaba una patrulla policial. Tuvieron que abandonar rápidamente el territorio por el mismo hueco de la valla; como dijo el propio Ramírez, «corrimos como si no hubiera un mañana».